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Universidad EIA tiene la fórmula para calcular el estrés

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20 años de Ingeniería Biomédica EIA

Universidad EIA tiene la fórmula para calcular el estrés

Una investigación del programa de Ingeniería Biomédica ayuda a mejorar la salud ocupacional y la productividad de las empresas.

 

 

 

Por: Feliciano Escobar

El estrés es un mecanismo de adaptación y de supervivencia. El organismo estresado está procurando superar una barrera, evitar verse afectado por un riesgo o, incluso, sobrevivir. Por tanto, el estrés por sí solo no es un enemigo de la calidad de vida. En circunstancias de urgencia o peligro, el estrés es un impulso de voluntad extra para asegurar la supervivencia o superar el riesgo y la tensión. Este empieza a ser sinónimo de afectación a la calidad de vida cuando se convierte en una condición crónica que favorece la aparición de enfermedades físicas y mentales.

Una persona que se encuentre, bien sea libre de estrés, o estresada en un nivel aceptable o, incluso, que tiene un estrés considerable pero ha aprendido a manejarlo, presenta niveles relativamente altos de coherencia fisiológica, es decir, una relación armónica entre diferentes sistemas del cuerpo, como las variaciones de la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y la tensión arterial. Sin embargo, cuando el nivel de estrés aumenta y se sale de control o se hace crónico, se “descompensa” la armonía entre estos sistemas y en estos casos los niveles de coherencia fisiológica se reducen notoriamente.

En la década de los noventa, investigadores del Instituto HeartMath (Estados Unidos) fueron los primeros en presentar los resultados de estas observaciones y acuñaron el término “coherencia fisiológica”. Desde entonces, decenas de centros de investigación en el mundo adelantan estudios diseñados de forma semejante a la de HeartMath. En Colombia, los investigadores Elisa Mejía, Róbinson Torres y Diana Restrepo han profundizado en este tema al punto que han propuesto una nueva ecuación llamada Ínidice de Coherencia Global –ICG–, que da cuenta de la sincronización o desincronización de los distintos sistemas fisiológicos.

“Las ecuaciones empleadas hasta ahora en el ámbito internacional para medir la coherencia fisiológica analizan los sistemas corporales por separado. Con el Índice de Coherencia Global que formulamos, se fija la atención tanto en la coherencia de cada sistema como en el grado de sincronización que existe entre ellos. Por ejemplo, dos individuos observados pueden presentar coherencia fisiológica similar en corazón, respiración y presión, pero uno de los dos puede tener una mayor sincronización entre estas variables. Por tanto, el ICG es potencialmente un estimador global del grado de equilibrio corporal”, explicó el profesor de Ingeniería Biomédica de la EIA, Róbinson Torres.

Diferentes investigaciones han demostrado que una persona estresada es más propensa a enfermarse. En el capítulo titulado “Physiological Mechanisms of Stress” (Mecanismos fisiológicos del estrés), parte del libro “Principles and Practice of Stress Management” (Principios y práctica en el manejo del estrés), publicado en 2007, la psiquiatra Angele McGrady sostiene que el estrés es la verdadera causa detrás del 80 % de las consultas médicas por enfermedad general en los Estados Unidos.

“Se ha observado que una persona que se somete a una situación estresante, bien sea en el ámbito laboral, familiar o social, presenta comportamientos muy disímiles entre su frecuencia cardíaca, su frecuencia respiratoria y su tensión arterial. Mientras tanto, en personas que realizan actividades relajantes, como pintar un mandala o respirar de forma controlada, se registran patrones que tienden a presentar un índice de coherencia global más alto”, puntualizó la magíster en Ingeniería Biomédica, Elisa Mejía.

Puesto que en muchos casos el estrés es una respuesta a factores externos, difíciles de controlar por el individuo o, incluso, totalmente por fuera de su control, los hallazgos de estos estudios sugieren que una persona podría ejercitarse para desarrollar coherencia fisiológica y, de esta manera, disminuir sus niveles de estrés. Técnicas como la respiración controlada, el yoga, la meditación, el Mindfulness y la actividad física, son algunos ejemplos de lo que se puede hacer para mejorar la variabilidad de la frecuencia cardíaca, sincronizarse y, así, procurar mejores niveles de coherencia fisiológica.

Aunque estas técnicas de relajación son conocidas y utilizadas, en algunos casos, desde hace siglos, Elisa Mejía señala que algunos de los aportes más valiosos de los estudios sobre coherencia fisiológica son la posibilidad de reconocer el desbalance que sucede desde el punto de vista fisiológico y de proponer maneras de retomar el equilibrio.

De acuerdo con Carolina Castaño, directora del programa de Ingeniería Biomédica de la EIA, este trabajo parte de un grupo de investigación clasificado en la categoría A de Colciencias y es aplicable no solo en el sector salud, sino también directamente en las empresas y organizaciones para fomentar el bienestar y la productividad de los trabajadores y de la población en general.

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A la izquierda se observa la diferencia entre los patrones de la frecuencia respiratoria. Arriba, durante un episodio de estrés; abajo, durante un ejercicio de respiración controlada. Se nota un mayor grado de constancia y estabilidad en este último.

 

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Al igual que en el caso de la frecuencia respiratoria, al analizar la tensión arterial se nota un mayor grado de constancia y estabilidad cuando el paciente practica la respiración controlada (ejercicio para el manejo del estrés).
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Si se comparan los gráficos de la variabilidad cardíaca, la tensión arterial y la frecuencia respiratoria, en la parte correspondiente a los momentos de respiración controlada (ejercicio para el manejo del estrés), se advierte similitud y una tendencia hacia la armonía entre los registros de los tres indicadores.